Altura de la estructura: 58 metros
Puesto en Servicio: 1 de enero de 1892
Alcance lumínico: 28 millas

“Pedile a San Antonio que te mande un novio, todos los domingos, todos los domingos” …y allá me dirijo, a ver el faro de San Antonio, a ver si con su luz me ilumina este mar lleno de tentadores peces pero tan tempestuoso que me lleva a golpearme contra rocas y tragar agua a granel. Pero no voy a pedirle un novio, voy a que me ilumine el mar para que guíe mi camino hacia la costa, donde pueda pisar firme y buscar un lugar tranquilo donde el sonido del mar ya no me atormente y los peces ya no me distraigan en mi transitar.
No me interesan los datos técnicos, sólo rescato hechos en la vida de este faro que hace más de 100 años que se mantiene en pie, contra viento y marea. En 1917, un violento tornado puso a prueba su vigor: lo azotó, hizo girar su estructura y rompió una de sus patas de hierro. Pero este Guardián de la Bahía se mantuvo en pie y siguió cumpliendo con su misión. No obstante, tras haber transcurrido muchos años de su vida, el Faro San Antonio no pudo ocultar ya los signos de agotamiento: quemaduras, huellas de óxido en su piel, heridas provocadas por la sal en su poderoso cuerpo de hierro. Y quienes lo rodeaban decidieron darle una mano y salvarlo para que todos pudieran seguir disfrutándolo y admirarlo pero, por sobre todo, para que éste siga cumpliendo su destino de centinela y guardián de la costa. Su restauración involucró a ingenieros, arquitectos, especialistas en estructuras mecánicas, expertos soldadores y operarios especializados en tareas a gran altura que trabajaron para devolverle al faro su fortaleza original.
Este faro me da una lección sobre fortaleza: uno en la vida se puede doblar, quebrar, llenar de marcas y heridas, pero es imprescindible mantenerse en pie y seguir transmitiendo luz porque de seguro hay alguien allá en el mar necesitando esa luz para llegar a la costa sano y salvo…y quien dice, a lo mejor ese alguien es quien se encarga de reparar las heridas provocadas por la sal de la vida...o no. Who knows!